Un grupo de feministas cubanas decidió entregar una carta al Parlamento solicitando permiso para una manifestación pacífica. La Asamblea Nacional no aceptó la misiva y algunas de estas mujeres fueron posteriormente acosadas y detenidas.

La represión las ha obligado a lanzar otra iniciativa: llevar durante esa jornada una cinta negra en la mano como muestra de luto, contra los feminicidios y a favor de una Ley Integral que proteja a las mujeres de la violencia de género. En las redes sociales se organiza una “marcha virtual” para sustituir la demostración física vetada por el oficialismo.

Gladys vive en Caibarién, un pequeño pueblo costero de Cuba. Hace dos meses su hijo partió con otros jóvenes en un rústico ferry para intentar llegar a América. No ha sabido nada de ellos desde entonces. Maestra de profesión y mujer que se jubiló hace una década, pasa horas leyendo las redes sociales y llamando a las familias de otras familias desaparecidas para ver si tienen alguna noticia. Es parte de la agenda discriminatoria.

Gladys, así como muchas otras mujeres, tendrán que conformarse con mostrar su indignación en internet. Por el momento, sus reclamos solo están permitidos en el espacio digital. Algún día esperan recuperarán las calles.

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