El declive de la democracia en los países en cuestión ha dado lugar a protestas civiles, que no siempre son pacíficas. Una ola de protestas sacude cuatro puntos principales del continente africano.
Desde Túnez por el norte hasta Sudáfrica, pasando por Senegal por el este y Kenia por el oeste, miles de ciudadanos de estos países han salido a las calles en los últimos días para protestar contra sus gobiernos. Los motivos del descontento son muchos: los recortes democráticos en Senegal, la evidente corrupción del gobierno sudafricano, el creciente descontento por el colapso económico y social que estos países sufren desde hace meses y en casos años.
Pero todas las protestas antes mencionadas se deben más o menos a la disolución de la democracia, de la que se culpa en estos países. Los manifestantes en Túnez han estado coreando “libertad, libertad, derribar el estado policial” durante semanas, mientras que el líder opositor de Kenia, Raila Odinga, llamó a sus seguidores a protestar, entre otras cosas, contra la negativa del gobierno. para permitir una auditoría de la Comisión Electoral de Kenia, que está en el punto de mira político por supuestas irregularidades en las elecciones presidenciales de 2022. En Senegal, una de las democracias más estables de África hasta la fecha, un poderoso núcleo de protestas está unido por una figura: el líder de la oposición Ousmane Sonko: héroe para unos, populista para otros, azote de los intereses franceses. país y una fuerte referencia a la población joven. Durante meses, Sonko se ha visto envuelto en una cadena de procesos legales iniciados por el gobierno senegalés, cuyos partidarios dicen que tienen como objetivo evitar que Sonko se postule a la presidencia en 2024.
No hay que perder de vista la situación económica de cada país donde se aspira una mejor calidad de vida y los gobiernos no ofrecen alternativas que satisfagan a los pobladores, aunado a grupos de activistas que aprovechan cualquier oportunidad para alimentar la protesta.
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