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La Academia fue fundada el 16 de agosto de 1931 en el Aula Magna de la Universidad de Santo Domingo, según el Decreto Nº 186 del 23 de julio de 1931.

Desde sus inicios, constituyó un hito en la historia de la República Dominicana. Como dijo Federico Henríquez y Carvajal, su primer presidente, es síntesis de la historia y la cultura dominicana.

Se componía originalmente de los siguientes miembros: Federico Henríquez y Carvajal, Adolfo Alejandro Nouel Bobadilla, Américo Lugo Herrera, Manuel Ubaldo Gómez, Cayetano Armando Rodríguez, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Arturo Logroño Cohén, Max Henríquez Ureña, Emilio Prud’Homme Maduro, Leónidas García Lluberes, Emilio Tejera Bonetti, Alcides García Lluberes y Ramón Emilio Jiménez.

De todos ellos, Américo Lugo Herrera, Leónidas García Lluberes y Alcides García Lluberes no aceptaron tal designación.

La Academia funcionó originalmente en la antigua Capilla de la Soledad, al lado de la Iglesia de las Mercedes. En 1992, su sede fue trasladada al local actual, Casa de las Academias, calle Mercedes No. 204, Ciudad Colonial de Santo Domingo, que es un edificio de finales del siglo XIX, donde residió el presidente Ulises Heureaux.

Su objetivo básico es el conocimiento y la difusión de la historia dominicana. Sus publicaciones, entre las cuales se destacan la Revista Clío y una colección importante de libros, constituyen un acervo bibliográfico indispensable para la investigación histórica del país.

En ellas se abordan también temas relevantes para la Filosofía, la Sociología, la Economía, el Derecho, la Genealogía, la Ciencia Política, la Antropología, el Arte, la Literatura, la Educación, el pensamiento social, la oralidad, la vida cotidiana y las mentalidades.

No hay allí un tema ajeno al interés de las Ciencias Humanas y las Humanidades en general. En sus inicios, Clío tenía un formato periodístico de fascículo con artículos publicados en varios números, temas, noticias, cartas y bibliografía nacional y extranjera. La diversidad temática obedecía al tipo de formación intelectual de la época. En la medida en que la historia se convirtió en un campo más especializado, la diversidad temática se redujo.

Por la Academia pasaron o escribieron figuras de la talla de Federico Henríquez y Carvajal, Emilio Prud’homme, Félix Evaristo Mejía, el arzobispo Adolfo Nouel, Max y Pedro Henríquez Ureña, Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán, Manuel Arturo Peña Batlle, Joaquín Balaguer, fray Cipriano de Utrera y Julio Genaro Campillo Pérez.

Esta honrosa lista es injusta porque deja fuera más de cincuenta autores no menos relevantes para el pensamiento social dominicano. Lo mismo sucede con los formatos y temas abordados, entre los cuales se incluyen ensayos, artículos, investigaciones, documentos, críticas y debates.

La Academia Dominicana de la Historia es una institución columna de la dominicanidad.

Foto fuente externa.

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